“Ayudamos a las personas a encontrar respuestas a través de los cantos y de la energía de las plantas”
El Onaya, abogado y artista Rawa Muñoz Augustín conversa con el antropólogo Francesco D’Angelo sobre su práctica de sanación. Rawa tiene 35 años y proviene de un largo linaje de médicos tradicionales. Ha liderado ceremonias de ayahuasca en todo el mundo, aunque prefiere practicar en Lima y en su comunidad natal de Pucallpa, en Ucayali, la región amazónica de Perú.
Rawa Muñoz: Vengo de un linaje de maestros especializados en ceremonias de ayahuasca. Soy hijo de Antonio Muñoz, más conocido como Senen Pani, un gran maestro que, desgraciadamente, falleció en medio de la pandemia. Por otra parte, mis abuelos son Onaya, es decir, médicos tradicionales que conocen el manejo de las plantas para sanar a otros. Por el lado de mi madre mis abuelos son Muraya, los médicos más antiguos y fuertes que dominan casi todas las plantas. Proclamarse Muraya está reservado a unos pocos y depende del linaje.
RM: Aprendí de mi padre y de mis abuelos. Cuando tenía 6 años me dieron un poco de ayahuasca por primera vez para que conociera la planta. A los 18 mi abuelo me dijo que ya estaba listo para comenzar y me dio de tomar. Caí en un sueño profundo, pero escuchaba todo, y cuando pude levantarme todos supimos que ya estaba listo para enfrentar los mensajes de la planta y poder transmitirlos a los demás.
RM: Me identifico como Onaya, es decir, como un médico tradicional que ayuda a otros a sanarse a través de la planta del ayahuasca. Somos hombres y mujeres medicinales y no venimos para lucrar con nuestra tradición y conocimiento. A través de los cantos y de la energía de las plantas ayudamos a las personas a encontrar una respuesta: los centramos y les mostramos su camino. Ya depende de cada uno tomar o no una decisión.
RM: Como maestros del alma, buscamos en la medicina la paz y la sabiduría. Por ello reconocemos que tenemos la orden de dar ceremonias (de sanación, de ayahuasca) para que otras personas estén bien. Buscamos el equilibrio.
RM: Del espíritu de las plantas. Viene del más allá. Las plantas te dicen qué necesita una persona y nosotros se lo comunicamos a través de ícaros.
RM: Los ícaros son cantos que nos transmiten las plantas y nosotros, los Onaya, los cantamos a los pacientes. Los ícaros guían a los pacientes a que encuentren su camino, los centran.
RM: Las plantas me dicen qué hacer, cómo sanar, qué cantar al paciente según lo que éste necesite. La planta se comunica conmigo y yo le transmito a cada persona lo que necesita.
RM: A través de las dietas. Durante nuestra formación tomamos distintas plantas para ir conociendo y relacionándonos con ellas. Es un proceso largo, que requiere de disciplina y que nos permite recibir los mensajes de las plantas porque las conocemos íntimamente.
RM: La armonía o el equilibrio es lo que te enseña la planta. A cada uno la planta le enseña de distintas maneras, les muestra el camino o la solución. Yo lo veo, pero no obligo a nadie a que actúe. La planta de ayahuasca te enseña que debes estar centrado, en equilibrio.
RM: El equilibrio de cada uno. Lo importante es estar presente y pendiente del paciente. Yo busco compartir el conocimiento de los antepasados, con eso me basta. También es necesario el preparado de chacruna (mezcla) con la liana del ayahuasca, pero no necesitamos más.
RM: Al estar sano, uno está en armonía y paz. Eso es lo importante para que podamos desarrollarnos como personas. Cada uno tiene un camino y, a veces, uno se traba o encuentra obstáculos… ahí es cuando se necesita claridad. Eso es lo que te da la sanación: al sanar, uno se desbloquea emocionalmente; eso te brinda bienestar.
RM: No hay una diferencia, se complementan. Hay cosas que las pastillas pueden curar y hay otras que no. Mi padre, que era psicólogo clínico, siempre me decía que el ayahuasca llegaba ahí donde era necesario cuando las pastillas ya no podían.
El ayahuasca no cura todo. Cura los problemas emocionales, no los físicos. Si estás físicamente mal, yo te llevaría a un hospital. En todo caso, la medicina occidental viene de las plantas, ¿no? Los científicos han estudiado durante años las propiedades de las plantas para conseguir medicinas que hoy curan los males físicos de las personas.
RM: Trabajo solo desde que mi padre falleció. Antes trabajaba con él, aprendiendo de él al igual que aprendí de mis abuelos. Ahora, puedo tomar la planta o estar junto con otro Onaya en la misma ceremonia, pero trato de no entrometerme en su práctica.
RM: A través del arte, el teatro y la música comparto la sanación y el bienestar. En el mundo de mi profesión sucede lo mismo: ser Onaya y abogado es distinto, pero está conectado energéticamente, pues ambas profesiones se enfocan en hacer el bien para otros. Todas mis prácticas son complementarias y en cada una ejerzo según mis aprendizajes: teniendo en cuenta cómo me han criado y lo que me han enseñado mis antepasados.